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El avance gracias a la guerra

Por algún motivo, muchas veces se toman como axiomas ciertas aseveraciones que, si uno dedicara a escudriñar, no serían tan evidentes. Es como si en algunas ocasiones, por el simple hecho de agradar al interlocutor, de no querer sembrar discordia, o simplemente por la desgana y el esfuerzo de ejercer el libre pensamiento, se asumiera cierta doctrina sin más miramiento. El caso es que ese fugaz momento de vivir en Babia es aprovechado por estas sentencias para plasmarse en la sinapsis neuronal y tomarlas como una verdad incuestionable, ya que en el momento de su aprendizaje, el pensamiento crítico estaba en baja guardia y la idea se coló como un cuchillo en la mantequilla. Un ejemplo se encuentra en la frase que da el título a este escrito. Innumerables veces se ha usado dicha afirmación en diversos contextos y nunca he escuchado que nadie la rebatiera; en esencia, la gente se limita a afirmar o a evadir anteponerse ante esta premisa, la cual yo mismo predicaba otrora y con la que
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Divergencia contemporánea entre la opinión y el contenido

"Y si he escrito esta carta tan larga, ha sido porque no he tenido tiempo de hacerla más corta". Esta sentencia, taxativa a mi parecer, se ve incumplida una y otra vez en un fallido intento por intentar llenar de tinta, ahora electrónica, las mentes inquietas, ávidas de información banal y completamente innecesaria del usuario que busca saber mucho de nada y un poco de todo; de hecho, parece como si su incumplimiento se hubiera convertido en una máxima si se quiere ser un comunicador de éxito. La capacidad de síntesis brilla por su ausencia y, quien lo intenta, no consigue más que sesgar el objeto de su misiva, reduciendo cualquier atisbo de comunicación en una suerte de palabras oportunas y frases que generen más visitas, más likes o más retweets. El saber sí ocupa lugar y actualmente éste se llena de mala hierba, impidiendo que broten los conocimientos de base y la autocrítica. Si se echara la mirada atrás, se observaría que la cantidad de cosas que pueden caber en un b

Llueve

Una noche de lluvia que se lleva todas las huellas y deja la calle nueva, lista para contemplar nuevas historias de nuevos transeúntes y de viejos conocidos. Los tacones de Laura, las botas de Álvaro. Todos dejarán un rastro que se desvanecerá cuando llueva de nuevo. La emoción de un nuevo trabajo, la tristeza de un ser querido que se ha ido sin haberse despedido. No impronta cuál fuerte sea la impronta, cual tenaz el anhelo ni la virtud de lo conseguido. El agua, gota a gota, disuelve hasta el más firme de los pasos y los lleva al cauce donde lo trascendental comparte cama con lo mundano. Y hasta el más intenso perfume de la pasión carnal de los enamorados, sucumbe paulatinamente ante el eco del golpeo del agua en los suelos adoquinados. ¿Para qué sentir que te adoro, si todo quedará olvidado? ¿Por qué esforzarse, si al final todo esfuerzo es en vano? Tal vez porque pese a que el agua borre la huella de lo que en esa calle ha pasado, nunca podrá arrebatarnos aquello en l

La España imposible

De aquél imperio en el que nunca se ponía el sol, sólo quedan vestigios en negro sobre blanco, una historia contada por los conquistadores y que se hundió junto a aquella armada que se creía invencible. No es un secreto que España no funciona, pero sí que lo hacemos los Españoles; somos un buen producto que tiene un mal envoltorio y un pésimo publicista. Jamás conocí patria alguna que se autolesione tanto como la Española. Y todo esto me hace pensar que es irremediable buscar una alternativa; pasó hace siglos y se repite, no se puede luchar contra los elementos. Pero he aquí donde radica el principal impedimento a zanjar el entuerto, en los elementos; tanto los unos como los otros. Un jefe de estado inexistente que se pronunció de manera tardía, intentando salvar su honor en cinco minutos con un discurso parco en palabras y soluciones; un boceto inacabado, escrito de manera apresurada recopilando los titulares de prensa y transmitiendo un solemne mensaje de intransigencia. P

Altas horas

La marihuana es ilegal, la heroína es el demonio pero sin embargo ahora mismo  estoy disfrutando de un colocón de alcohol aderezado con esa basura a la que llaman música en las discotecas de hoy día (si Mozart levantara la cabeza) y aquí no pasa nada. Esta sociedad cínica que ahoga sus penas en alcohol y ritmos hipnóticos no se merece más que la destrucción. Es lamentable que tu máxima aspiración sea llegar al fin de semana para bailar sin ganas todo tipo de ritmo disonante lamentable que enriquece una industria furtiva que caza almas otrora útiles y las sume en una vorágine de ocio autodestructivo cuyo único objetivo es conseguir que pases una lamentable vida lo más rápido posible. ¿Por qué estoy aquí?  La respuesta es evidente si eres capaz de soportar verdades que hieren: estás enriqueciendo a unos pocos gracias a tu absurdamente desmesurado consumo de productos basura que llenan cada efímera existencia de una nada rebosante de hilarante vanidad, se trata del vacío comiendo cada

Cuando contemos a nuestros nietos...

...que vivíamos y matábamos por papel, que juzgábamos a las personas por el color de su piel, que adorábamos a Dioses invisibles, que nos esclavizábamos para poseer cosas inservibles, que maltratábamos el planeta Tierra, que disfrutábamos con la desgracia ajena, que alcanzábamos la gloria en las redes sociales, pero que no éramos nada fuera de esas vidas virtuales, que el esfuerzo se ignoraba, que el fracaso se premiaba, que mayor es el éxito cuanto más cabrón seas, que se extinguieron los Quijotes que luchaban por sus Dulcineas que cuanto más tienes más vales, y que si nada tienes, nada vales, y que nunca entran en la cárcel los mayores criminales, Que entre mentiras se decían grandes verdades, Que las verdades que ofendían se consideraban maldades, Que sí era no y que no era igual, Que nos avergonzábamos de nuestro cuerpo al natural ¿Qué pensarán? Piénsalo tú antes que ellos y cámbialo.

El huevo o la gallina

Todo esta hablado, todo escrito. Y aún estándolo, no somos capaces de aprender de ello y llevarlo a la práctica. Somos seres de ideas y de ingenio y, precisamente atrapados por esa misma máquina que nos lo permite, el cerebro, pasamos presos cautivos de nuestra imaginación la mayor parte de nuestra vida. Decimos que vamos a hacer y no hacemos; soñamos despiertos y obtenemos un placer equivalente al que obtendríamos si realizáramos esa fantasía en la realidad. Es el onanismo en su máxima expresión; onanismo para con todo. Es el ser humano ensueño, que abraza lo místico y vive lo imaginario cual maleable realidad en la que es dueño de sus más bajos instintos y donde puede alcanzar la gloria sin moverse del sofá. Es por tanto, nuestra capacidad de ensoñación, un arma de doble filo, pues no es sino aquél que imagina, que se abstrae del yugo de lo físico y desdeña las leyes de lo material, el que consigue dividir el núcleo de un átomo en dos o correr más rápido que una gacela. Sólo los